domingo, 8 de junio de 2008

LA LUZ QUE LA SOMBRA FECUNDA

(TEXTO LEIDO EL PASADO VIERNES 6 DE JUNIO EN LA CASA LOPEZ VELARDE DE SAN LUIS POTOSI, DURANTE LA PRESENTACION DEL LIBRO DE POESIA "LAS RAICES DEL AIRE", DE SERGIO J. MONREAL)

LA LUZ QUE LA SOMBRA FECUNDA

Jacobo Vázquez



Si ustedes abren el libro de Sergio Monreal que hoy tenemos el gusto de compartirles, leerán primero:

Todo me es, por ahora, territorio de sombra

Pero no teman, ni se achicopalen, Sergio no es un escritor del pesimismo…

Nadie que lo sea podría escribir teatro para niños, como ha hecho él.

¿Alguien conoce algo de mayor espíritu y optimismo que los ojos y la sonrisa de los niños?

En este poema inicial, la sombra es un punto de partida hacia el cambio, rumbo al viaje que promete claridad, soles:

Todo me es, por ahora, territorio de sombra
Barcarolas tempranas que embadurnan su proa
Guiñando incandescencias de partida ya próxima

Y el remate de este primer poema de Las raíces del aire no deja dudas sobre ese ánimo expectante donde todo vendrá a renovarse:

Todo me es, por ahora, la inminencia del alba

Es así como ese “territorio de sombra” se transforma, gracias a las palabras, en un pedazo de luz que Sergio arranca a la oscuridad.

Oscuridad captada en estos dos versos del mismo texto, que suenan como a presagios musitados por el viento en una noche de luna llena:

Todo me es, por ahora, anhelo, espera y duda.
Una parvada a ciegas prometiendo la lluvia.

Hablamos de sombra y no de oscuridad, pues en ésta no podríamos manejarnos sino como bestias ciegas o criaturas nonatas.

Entonces la “sombra”, atendiendo a la psicología de Jüng, no es la parte oscura de nosotros, sino aquello que hemos iluminado en parte y a lo que podemos acceder para brindar algo de lucidez a la conciencia.

Pero este acceso a la sombra puede ser al precio, tal vez, de tener que sufrir los desasosiegos de Edipo cuando descubre que en realidad no ha gobernado su vida.

O, en otras palabras, que interiormente, en la parte que desconocemos de nosotros mismos, no somos siempre tan altruistas, ni tan nobles, ni tan bonitos como habíamos pensado.

Sin embargo, si en Edipo es el azar y la desgracia los que lo lleva a las trasgresiones del crimen y el incesto, en nosotros sería la propia falta de conciencia nuestro único y suficiente pecado.

Así, a lo que representa la “sombra” en nosotros mismos no debemos verla, como dicen algunos, similar al cochambre debajo de la alfombra, pues representa también el potencial del cambio para el proceso consciente del individuo.

Dice Sergio también en este primer texto que nos ocupa:

Todo me es, por ahora, sentina trasnochada,
camisa en el perchero, ola batiendo en calma.

Como ustedes saben, sentina significa, entre otras cosas, “la parte más baja de una embarcación donde se acumulan aguas de distintas procedencias que luego son bombeadas al exterior”, y también se usa la palabra para designar cualquier lugar lleno de suciedad o bien como “foco de inmoralidad”.

No obstante sentina, en lenguaje metafórico y dentro de la poema de Monreal, podría venir a significar esa sombra de la que les vengo hablando.

Es decir, esa parte de la conciencia donde se fraguan los cambios, de ahí que el poeta permanezca en “anhelo, espera y duda”, en tanto la camisa sigue en el perchero y hay también una “ola batiendo en calma”.

Queda claro así que nuestro autor no refleja desesperanza o abatimiento, sino introspección para la marcha, y una entusiasta apelación al recuerdo, como en este otro poema en que plantea:

Recobrar en murmullos
el idioma del vuelo
con que antaño trinaban
las campanas sus verbos olvidados

Esa visión de la sombra se compagina con los poemas donde Monreal habla de la luna, astro que simbólica o metafóricamente nos puede hablar de los instintos, de la intuición, o de la “potencia femenina receptiva”, según interpretación que Alejandro Jodorowsky hace de la carta de “La luna” en el Tarot de Marsella.

Es el mundo –dice el artista chileno– de los sueños, de lo imaginario y del inconsciente.

Y Sergio Monreal escribe:

Mira tu espalda, luna
no estás menguada
has descendido al filo
ciego de mi alma

Pero es también la luna erótica y tierna, oficiante hechicera para los amantes cuando el poeta Monreal le pide:

Surca su cuerpo, luna,
cuando sueñe,
cuando sus muslos busquen
tu rubor,
cuando lúbrica, suicida, muda,
tuerza vuelos subterráneos.

Otros motivos poéticos de Sergio Monreal nos hacen pensar en la sencillez y el profundo encanto de la poesía infantil, como en este poema breve:

No sé si el aire
es azul.
Pero en mí
todo azul
se debe al aire

Encanto, sencillez, profundidad que con acierto Sergio Monreal lleva también a la poesía amorosa.

Da gusto encontrarnos así con un poeta que no le tiene miedo a las palabras, y que sabe o intuye lo que Octavio Paz aconsejaba hacer con ellas cuando escribió algo así como (cito de memoria):

Dales la vuelta a las palabras
Cógelas del rabo
Chillen putas

Y es que hay palabras ya difíciles de utilizar en la poesía, pero esenciales, como precisamente la palabra “amor”, de la que sin embargo nos dice el poeta Sergio con desenfado:

No me parece mal decir amor
como se dice perro.
Pero yo, que remedio, digo amor
como digo mi madre,
como digo mi luz,
como digo mi nube,
Es decir, digo amor sin decir mío.

Yo digo sólo amor al decirte amor mío.

Porque escribir poesía, ustedes lo saben, es un acto inocente, a ratos banal y a veces peligroso, quizá porque la poesía se hace sólo de palabras que son pura vanidad y puro “correr tras el viento”, según reza cierto texto bíblico.

Pero al tiempo la poesía es también catarsis, expresión de lo innombrable, juego del azar, y una vía de conocimiento a lo más importante del mundo que –atinaron ustedes– somos nosotros mismos.

Ya para terminar, y si ustedes me permiten una sugerencia, les recomendaría que para leer a Sergio Monreal también tengamos la mirada del niño –traviesa, inocente, en fiel asombro por la belleza del mundo.

Pues si nos acercamos desprejuiciados, poco a poco, e inocentemente a estos poemas de Las raíces del aire podremos acceder a la atmósfera musical de su lenguaje, a su complicidad, al gozo del juego.

Eso es lo que la poesía de Sergio les garantiza.

Muchas gracias.


Viernes, 06 de junio de 2008


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